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La importancia de disminuir nuestro ritmo cardíaco en reposo

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Monitorear el ritmo cardíaco en reposo posee grandes beneficios para la salud.

Monitorear el ritmo cardíaco en reposo posee grandes beneficios para la salud [1]. Tomar el pulso es económico, requiere poco tiempo, es sencillo para las personas, y es algo que todos podemos hacer en casa para medir nuestro progreso en volvernos participantes activos en la administración propia de nuestra salud. Además, existe suficiente evidencia para relacionar los riesgos cardiovasculares con un elevado ritmo cardíaco en reposo. Por lo que el monitoreo de este es relevante para asegurar la salud cardíaca [2].

Cada incremento de diez latidos por minuto está asociado con un 10 a 20% de incremento en el riesgo de muerte prematura [3]. Parece haber un continuo incremento en el riesgo con un aumento del ritmo cardíaco, por lo menos para los valores por arriba de un latido por segundo. Es decir, podemos simplemente observar nuestro reloj o el temporizador en nuestro teléfono celular, y, si nuestro corazón está latiendo más rápido que el paso de los segundos, especialmente en modo de reposo, entonces es necesario hacer algo al respecto. Esto es particularmente importante cuando se alcanzan valores de alrededor de 80 a 90 latidos por minuto. Como se discute en el vídeo disminuye tu corazón palpitante: frijoles vs. ejercicio, los hombres con ninguna enfermedad cardíaca aparente, que tienen un pulso de 90 latidos por minuto (lpm), pueden tener cinco veces más riesgo de una muerte cardíaca súbita comparado con aquellos en la zona segura [4]. Para decirlo claramente, su primer síntoma es su último. De hecho, el ritmo cardíaco en reposo en niveles de alrededor de 90 lpm incrementa el riesgo de enfermedad cardíaca a un nivel similar al de fumar [5].

Si se le pregunta a la mayoría de los doctores, se considera 90 lpm como un ritmo normal, los límites aceptables han sido establecidos desde hace mucho tiempo en 60 a 100 lpm. ¿De dónde salió dicho rango? Fue adoptado simplemente como valor de conveniencia basado en la escala de los cuadrados en la publicación del electrocardiograma. Un ritmo cardíaco de 60 a 100 lpm ni siquiera representa la curva normal de campana. Un grupo de cardiólogos midieron el ritmo cardíaco de 500 personas y concluyeron que 45 a 95 latidos por minuto era una mejor definición de ritmo normal, redondeando de 50 a 90 lpm, que coincide con una encuesta realizada por otro grupo de cardiólogos. Ahora sabemos que normal no necesariamente significa óptimo, pero tampoco los médicos deberían decirle a los pacientes con ritmos cardíacos alrededor de los 50 lpm que su ritmo es muy bajo. De hecho, estas personas podrían estar donde deberían.

Ciertamente, un ritmo cardíaco superior a los 80 latidos por minuto debería encender las alarmas [2], pero ¿qué podemos hacer al respecto?. El ejercicio es una posibilidad obvia. Irónicamente, hacemos latir más rápido al corazón para que, el resto del tiempo, lata más despacio [7]. «Los beneficios en la salud pública del ejercicio físico, especialmente para la protección [del corazón], son ampliamente aceptados… entre los múltiples mecanismos biológicos propuestos para explicar este efecto reductor de riesgo, es la regulación del sistema nervioso autónomo del corazón”, lo que se traduce en la habilidad de nuestro cerebro para disminuir el latido en reposo de nuestro corazón. Si se coloca a las personas en un programa aeróbico de acondicionamiento de ciclismo durante 12 semanas, y a correr en una caminadora de cinta rodante, su ritmo cardíaco en reposo puede disminuir desde 69 a 66, un descenso de tres latidos por minuto. Por supuesto, deben de mantenerse ejercitándose. El dejar de hacer ejercicio hace que el ritmo cardíaco en reposo aumente de nuevo.

El ejercicio es la única manera de disminuir nuestro ritmo cardíaco. Pero, el camino a nuestro corazón también puede ser a través de nuestro estómago [8]. ¿Qué tal si en lugar de tres meses de ejercicio, hiciéramos tres meses de frijoles, es decir, una taza al día de frijoles, garbanzo o lentejas? La primera prueba clínica aleatoria con frijoles para el tratamiento de la diabetes, mostró de forma exitosa se mejoró el control del azúcar en sangre, disminuyendo el nivel A1C promedio de los sujetos de 7.4 a 6.9. Este estudio también fue el primero en evaluar el efecto del consumo de frijoles en el ritmo cardíaco [8], y en efecto uno de los pocos en determinar el efecto [en el ritmo cardíaco] de cualquier intervención alimenticia. Esto es particularmente importante en la diabetes, dado que el tener un mayor ritmo cardíaco en reposo no solamente incrementa su riesgo de muerte como lo hace para todos [9], sino también parece predecir un riesgo mayor de complicaciones diabéticas, tales como el daño a nervios y ojos [10]. Así que, ¿cómo resultaron los frijoles en el estudio? Produjeron un descenso de 3.4 en los latidos del ritmo cardíaco, tanto como las 250 horas en una caminadora [8]. No se está del todo claro por qué los frijoles son tan fuertes como el ejercicio en disminuir el ritmo cardíaco. “Adicional al potencial directo de los efectos benéficos de la proteína vegetal y de la fibra” —todas las cosas buenas en las legumbres— “existe también el valor potencial de desplazamiento de los alimentos con proteína vegetal en reducir los alimentos con proteína animal, que son altos en grasas saturadas y colesterol”.


Vídeos

Referencias Bibliográficas

  1. Woodward, M., et al (2014). The association between resting heart rate, cardiovascular disease and mortality: evidence from 112,680 men and women in 12 cohorts. Eur J Prev Cardiol. 2014 Jun; 21(6): 719–726. Published online 2012 Jun 20. doi: 10.1177/2047487312452501
  2. Nauman J. (2012). Why measure resting heart rate? Tidsskr Nor Laegeforen. 2012 Jun 12;132(11):1314. doi: 10.4045/tidsskr.12.0553.
  3. Arnold JM, Fitchett DH, Howlett JG, Lonn EM, Tardif JC. (2008). Resting heart rate: a modifiable prognostic indicator of cardiovascular risk and outcomes? Can J Cardiol. 2008 May;24 Suppl A:3A-8A.
  4. Teodorescu C, Reinier K, Uy-Evanado A, Gunson K, Jui J, Chugh SS. (2013). Resting heart rate and risk of sudden cardiac death in the general population: influence of left ventricular systolic dysfunction and heart rate-modulating drugs. Heart Rhythm. 2013 Aug;10(8):1153-8. doi: 10.1016/j.hrthm.2013.05.009. Epub 2013 May 13.
  5. Cooney MT, Vartiainen E, Laatikainen T, Juolevi A, Dudina A, Graham IM.(2010). Elevated resting heart rate is an independent risk factor for cardiovascular disease in healthy men and women. Am Heart J. 2010 Apr; 159(4): 612–619.e3. doi: 10.1016/j.ahj.2009.12.029
  6. Spodick DH, Raju P, Bishop RL, Rifkin RD. (1992). Operational definition of normal sinus heart rate. Am J Cardiol. 1992 May 1;69(14):1245-6.
  7. Sloan RP, Shapiro PA, DeMeersman RE, Bagiella E, Brondolo EN, McKinley PS, Slavov I, Fang Y, Myers MM. (2009). The effect of aerobic training and cardiac autonomic regulation in young adults. Am J Public Health. 2009 May;99(5):921-8. doi: 10.2105/AJPH.2007.133165. Epub 2009 Mar 19.
  8. Jenkins DJ et al (2012). Effect of legumes as part of a low glycemic index diet on glycemic control and cardiovascular risk factors in type 2 diabetes mellitus: a randomized controlled trial. Arch Intern Med. 2012 Nov 26;172(21):1653-60.
  9. Hillis, GS. (2012). Resting heart rate and the risk of death and cardiovascular complications in patients with type 2 diabetes mellitus. Diabetologia. 2012 May;55(5):1283-90. doi: 10.1007/s00125-012-2471-y.
  10. Hillis, GS. (2012). Resting heart rate and the risk of microvascular complications in patients with type 2 diabetes mellitus. J Am Heart Assoc. 2012 Oct;1(5):e002832. doi: 10.1161/JAHA.112.002832. Epub 2012 Oct 25.

Fuente Original

Greger, M. (2019) The Best Food to Slowing Your Resting Heart Rate. Recuperado el día 20 de marzo de 2019 de la página: https://nutritionfacts.org/2019/02/14/the-best-food-to-slowing-your-resting-heart-rate/

Gemma Parra
Gemma Parra
Gemma es Editora de Come Con Ciencia. Ha participado, desde hace 6 años, en otras ONGs realizando actividades similares. Actualmente es estudiante del Doctorado en Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Guanajuato, egresada del Tec de Monterrey de la carrera de Ingeniería Biomédica.