Aún en la actualidad, hay quien defiende el consumo excesivo de carne como un factor beneficioso para la producción de testosterona1, sin embargo, hace más de 25 años que se sabe que tanta grasa puede disminuir sus niveles en casi un tercio en tan sólo horas2. Si alguien consume muchos huevos y carne, y cambia a una dieta con más pan, fruta, verduras y azúcar (con la misma cantidad de grasa), sus niveles de testosterona suben3. Un efecto similar se observa en los niveles de cortisol, la hormona del estrés producida en nuestras glándulas suprarrenales, mismos que disminuyen. Es bueno tener niveles bajos de la hormona del estrés, porque unos niveles altos podrían anticipar una muerte cardiovascular con o sin una enfermedad cardiovascular preexistente4. De hecho, esto podría ayudar a explicar la muerte por corazón roto, es decir, el aumento en el riesgo de apoplejía y ataques al corazón en las semanas que siguen a la pérdida de un cónyuge5. Unos niveles altos de cortisol días, meses o años después de perder a alguien amado podrían aumentar el riesgo cardíaco y reducir la función inmunitaria6. Además, el aumento en los niveles de hormonas del estrés debido a la pérdida de un ser querido, una subida de unos 50 puntos, es menor que el aumento que ocurre al consumir una dieta alta en carne3. El cortisol podría ayudar a explicar por qué quienes tienen depresión tienden a ganar grasa abdominal7. La obesidad en esa zona se relaciona con un aumento en la secreción del cortisol, quizá porque la grasa abdominal lo absorbe, así que la acumulación de grasa alrededor de los órganos internos podría ser una adaptación de nuestro cuerpo para lidiar con el exceso de estrés8.
Estos picos de hormonas del estrés después de una comida con mucha carne podrían no solo afectar nuestra salud, sino también a la de nuestros hijos9. Existe evidencia sólida que sugiere que una dieta materna con alta densidad en proteínas puede tener efectos adversos en el feto10. Por ejemplo, en los años 60’s se realizó un ensayo con mujeres embarazadas en Escocia, en el que les mandaban comer mucha carne con la idea de prevenir la preeclampsia, una enfermedad del embarazo, pero no funcionó11. De hecho, los niveles más bajos de preeclampsia que se han encontrado eran en mujeres que seguían una dieta a base de plantas (solo 1 de cada 775 embarazos)12. Normalmente, la preeclampsia afecta a un 5% de los embarazos13, por lo que se esperarían docenas de casos, pero al no ocurrir se llegó a la conclusión de que una dieta a base de plantas podría aliviar la mayoría si no todos los signos y síntomas de esta condición potencialmente peligrosa12.
Las madres que comieron más carne y menos verduras durante el embarazo tuvieron hijos que sufrieron de presión sanguínea alta al crecer11. Una de las explicaciones propuestas para estos efectos adversos de un consumo elevado de carne y pescado es que podría aumentar la concentración materna de cortisol, lo que podría afectar el desarrollo del feto, y hacer que su termostato para las hormonas del estrés aumente los niveles10. Los investigadores han encontrado niveles de cortisol en sangre más altos tanto en los hijos como en las hijas de mujeres que indican consumir mucha carne y pescado, con un aumento de un 5% por cada ración de carne que coman al día. Estas dietas pueden suponer estrés metabólico para la madre y, por así decirlo, reprogramar el eje hormonal de sus hijos, provocando hipercortisolemia vital, o lo que es lo mismo, unos niveles elevados de hormonas del estrés en sangre para el resto de su vida. Esto podría ayudar a explicar por qué cada porción diaria de carne durante el embarazo puede provocar un aumento de un 1% en la masa adiposa del niño cuando alcanza la adolescencia14. Así que podría aumentar el riesgo de que un niño se vuelva obeso cuando alcanza la edad adulta y podría tener implicaciones importantes para la salud pública en términos de la prevención de la obesidad.
Unos investigadores hicieron una prueba en la que les hacían pasar por un momento estresante (hablar en público y aritmética mental) y midieron sus respuestas de cortisol. Si su madre comía menos de dos raciones de carne/pescado al día durante el embarazo, recibieron pequeñas señales de hormonas del estrés. Los niños cuyas madres comieron más carne se estresaron mucho, y los niños cuyas madres comieron 17 o más raciones a la semana parecían estar perdiendo el control. En cierta manera, eres lo que tu madre comió17.
Greger, M. (2019). La carne puede subir los niveles de hormonas del estrés y bajar los niveles de testosterona. Recuperado el día 7 de agosto de 2019 de la página: https://nutritionfacts.org/es/2019/06/25/la-carne-puede-subir-las-hormonas-del-estres-y-bajar-la-testosterona/