En 1979 se detectó una epidemia de aumento en el tamaño de las mamas en niños italianos1. En un principio, se sospechó del pollo y de la carne de ternera, debido a que se suministra con estrógeno a los animales para acelerar su crecimiento. Como consecuencia, la Unión Europea prohibió el uso de promotores de crecimiento como los esteroides anabólicos en la agricultura2. Y además, prohibió la importación de carne inyectada con químicos proveniente de los Estados Unidos. Uno de estos químicos inyectados a los animales de granja es el Zeranol, un potente disruptor endócrino cien mil veces más estrogénico que el BPA del plástico3. Este químico, a diferencia de otros, se usa deliberadamente en la producción de alimentos para consumo humano, y fue diseñado para ser un potente y bastante persistente estrógeno, mientras que las propiedades estrogénicas de otros químicos son accidentales.
Si en el laboratorio, se añade sangre de una vaca inyectada con Zeranol a una placa de Petri con células humanas y células afectadas por cáncer de mama, se puede aumentar al doble la tasa de crecimiento del cáncer4. Si bien no bebemos sangre de vaca en nuestra cotidianidad, datos preliminares también muestran que extractos de músculos (cortes de carne) también estimularon la proliferación de células cancerígenas. En otro estudio clínico, se observó que el Zeranol podría causar la transformación de células mamarias normales, en células cancerígenas en un periodo de 21 días5. También se observó que las personas obesas podrían tener un riesgo mayor de desarrollar cáncer de mama inducido por el Zeranol6, debido a que ya tienen niveles elevados de leptina, una hormona producida por las células de grasa que puede promover el crecimiento del cáncer de mama. La exposición al Zeranol puede aumentar exponencialmente esta acción promotora del crecimiento. Es decir, el Zeranol podría ser más dañino para pacientes obesos con cáncer de mama, que para pacientes con cáncer de mama y un peso normal, en términos del desarrollo de dicho cáncer.
El Zeranol no es el único promotor anabólico que se ha inyectado a los animales, el dietilestilbestrol (o DES) es otro estrógeno sintético que se utilizó en la producción de alimentos cárnicos. El DES hasta hace unas décadas se vendía a mujeres embarazadas, pero en 1971 se demostró que causaba cáncer vaginal y se prohibió su venta. En su momento, pocas personas sabían que el DES también se utilizaba en la producción de carne7, fue hasta que las niñas empezaron a morir de cáncer vaginal, que la carne tratada con DES fue prohibida en Europa.
Ante la ausencia de regulaciones federales efectivas, la industria de la carne usa cientos de aditivos para alimentar a los animales, con poca o nula preocupación sobre si estos son carcinógenos y/o provocan otros efectos tóxicos en los residuos dietéticos de estos aditivos.
School of Public Health West, University of Illinois, Chicago
En la actualidad, casi toda la población estadounidense consume, sin ningún tipo de advertencia, etiquetado, o información, cantidades impredecibles y desconocidas de residuos hormonales en productos cárnicos a lo largo de su vida. Si todos los aditivos hormonales y otros carcinógenos no se prohíben inmediatamente, lo mínimo que se debería implementar serían requisitos de etiquetado explícitos sobre el uso y/o niveles residuales de hormonas en todos los productos cárnicos, incluidos la leche y los huevos.
Greger, M. (2019). Promotores del crecimiento estrogénicos en la carne. Recuperado el día 12 de agosto de 2019 de la página: https://nutritionfacts.org/es/2019/05/30/promotores-del-crecimiento-estrogenicos-en-la-carne/