Sin lugar a dudas, la agricultura se ubica en el primer lugar mundial como la mayor fuente de demanda de consumo de agua potable, requiriendo un 69% de las extracciones globales de agua1. Cuando se habla de agricultura se incluye la irrigación, las actividades ganaderas y la acuicultura. Otra de las actividades humanas, la industria incluyendo la generación de energía, consume el 19% de agua potable y el uso doméstico tan solo un 12% a nivel mundial1. En el contexto nacional, en México se emplea el 77% del total de agua extraída para usos agrícolas como irrigación y ganadería2.
Enfocándose en las actividades ganaderas, la industria de la carne requiere de 15,000 litros de agua potable para generar solamente 1 kilogramo de carne, según información de la FAO4. Mientras que para producir 1 kilogramo de granos es necesario la cantidad de 1,500 litros de agua, es decir 10 veces menos. Si bien la carne bovina es la que requiere de mayor cantidad de agua potable para su producción (15,000 L/Kg), otros tipos de carne también demandan cantidades importantes por kilogramo producido5,6. Por ejemplo: la carne de cordero requiere 8,763 litros por kilogramo (L/Kg); la cerdo necesita 5,988L/Kg y la de pollo demanda 4,325L/Kg. Analizando la cantidad de agua potable requerida en la producción de alimentos cárnicos, esto contrasta enormemente con la mínima cantidad de agua requerida para producir vegetales, esto es, 322 litros por kilogramo.
Hasta la fecha, la población mundial supera los 7 mil millones de habitantes que diariamente tiene necesidades alimenticias, se tiene previsto alcanzar la cifra de 9 mil millones para el año 2050. Por lo que es de vital importancia contar con estrategias para el uso racional del agua potable considerando la seguridad alimenticia con mucho interés. Entre las posibles soluciones que ayudarían a reducir esta problemática se encuentran cobrar el costo total del agua a la industria ganadera, e implementar impuestos que permitan desincentivar la concentración a gran escala junto a las ciudades, incluyendo aumento a los impuestos y el retiro de subsidios a los productos derivados de la ganadería.
Una de las soluciones más viables como consumidor, es fomentar la transición hacia una alimentación basada en plantas y alimentos enteros, o al menos una reducción considerable en el consumo de alimentos de origen animal. De esta manera, se puede reducir drásticamente el consumo irracional de agua potable en nuestra alimentación.