En el documental Supersize Me, Morgan Spurlock comió durante un mes exclusivamente en McDonald’s, y como era de esperarse, su peso, presión sanguínea y colesterol se elevaron. A la par, sus enzimas hepáticas incrementaron, un signo que indica que sus células hepáticas comenzaron a morir, y por ello, liberaron su contenido al torrente sanguíneo. Su experimento fue formalmente replicado, en un grupo de hombres y mujeres que aceptaron consumir al día, dos comidas en restaurantes de comida rápida durante un mes1. La mayoría de los índices hepáticos del grupo comenzaron normales, pero a lo largo de una semana, la mayoría se encontraba fuera de los límites, en un incremento patológico de daño profundo hepático. Esta situación se conoce como hígado graso no alcohólico (EHGNA)2, en dónde los depósitos de grasa en el hígado resultan en un espectro de enfermedades, la cuales pueden conducir a la cicatrización del hígado, cirrosis, cáncer de hígado, insuficiencia hepática y la muerte.
El hígado graso no alcohólico es la causa más común de enfermedades crónico hepáticas en los Estados Unidos, afectando aproximadamente a uno de cada tres adultos3. El consumo de comida rápida está asociado con la ingesta de bebidas gaseosas y carne, derivando en hígado graso no alcohólico4. Beber una lata de refresco al día puede incrementar en un 45% el riesgo de padecer EHGNA , y aquellos que consumen el equivalente de 14 nuggets de pollo al día tienen cerca del triple de incidencia de hígado graso comparado con quienes comen 7 nuggets o menos. Si bien grasa y azúcar no son una buena combinación, no todos los tipos de grasa son factor para el desarrollo de EHGNA5. Se encontró que quienes padecen hepatitis grasa consumieron más grasa animal y colesterol, y menos grasa vegetal, fibra y antioxidantes6. Esto puede explicar que adherirse a una dieta mediterránea, caracterizada por un alto consumo de alimentos como frutas, vegetales, granos enteros, y frijoles, está asociada a una enfermedad de hígado graso no alcohólico menos severa7. También podría relacionarse a la presencia de fitonutrientes específicos, por ejemplo, los pigmentos antocianinas morado, rojo y azul encontrados en las bayas, uvas, ciruelas, repollo rojo, cebolla morada y achicoria8. Estos alimentos ricos en antocianinas tienen un gran potencial para la prevención de hígado graso, existe una prueba clínica que encontró que beber una bebida de camote morado parecía desalentar exitosamente la inflamación del hígado8.
Una dieta basada en plantas también podría mejorar nuestro microbioma, o mejor conocida como las bacterias buenas de nuestro intestino9. Por el contrario, una dieta frecuente en grasas facilita el crecimiento de malas bacterias, lo cual puede liberar moléculas inflamatorias que incrementan las fugas de nuestro intestino, y contribuyen a la enfermedad del hígado graso. La enfermedad del hígado graso también puede ser causada por una sobrecarga de colesterol10. Se cree que el colesterol encontrado en huevos, carne y lácteos se oxida y después regula el incremento del receptor X alfa11. El cual a su vez regula el incremento del factor SREBP (por su siglas en inglés), que puede incrementar el nivel de grasa en el hígado. Los cristales de colesterol por sí mismos pueden causar que los glóbulos blancos en humanos liberen compuesto inflamatorios, como los cristales de ácido úrico de la gota12. Esta situación es lo que podría acelerar el desarrollo de hígado graso a una hepatitis seria: “la acumulación de concentraciones suficientes de colesterol libre dentro de los hepatocitos esteatóticos (células del hígado graso) causa la cristalización del colesterol”13. Dichas líneas de investigación sugieren que el colesterol de la dieta juega un papel importante en el desarrollo de la hepatitis grasa, lo que es, inflamación hepática grasa.
En un estudio de 9,000 adultos estadounidenses seguidos durante 13 años, los investigadores encontraron una fuerte asociación entre la ingesta de colesterol y la hospitalización y muerte por cirrosis y cáncer de hígado, dado que el colesterol de la dieta puede oxidarse y causar efectos tóxicos y carcinogénicos14. Para limitar la toxicidad del exceso de colesterol derivado de la dieta, el hígado intenta deshacerse del colesterol al desecharlo al torrente sanguíneo15. Así que al medir el colesterol no HDL en la sangre, se puede predecir la aparición de la enfermedad del hígado graso. Si sustraemos el HDL del colesterol total, ninguno de los cientos de individuos monitoreados con un valor por debajo de 130 desarrollaron la enfermedad. Para evitar el hígado graso no alcohólico es necesario evitar los alimentos azucarados y cargados de colesterol14.
Greger, M. (2019). How to Avoid Fatty Liver Disease. Recuperado el día 25 de mayo de 2019 de la página: https://nutritionfacts.org/2019/02/19/how-to-avoid-fatty-liver-disease/