La lactosa es el azúcar en la leche de los mamíferos. Para poder liberar su potencial energético debe ser fragmentada en los azúcares simples (glucosa y galactosa) que la constituyen, para que así puedan ser absorbidos. Esta actividad es tarea de una enzima llamada lactasa, producida por las células que residen en el intestino delgado. Si el cuerpo no produce esta enzima, entonces la lactosa viaja al intestino grueso donde se fermenta, produciendo hidrógeno y un rango de toxinas potenciales.
La fermentación se debe a las bacterias propias del intestino, es lo que se conoce como intolerancia a la lactosa; la mayoría de los síntomas resultan de la producción de gases y toxinas. Los síntomas incluyen inflamación del estómago, dolor, flatulencias, diarrea y, en algunas ocasiones, náusea y vómito. Otros síntomas pueden comprender dolor muscular, de articulaciones y de cabeza, mareos, letargo, dificultad en la memoria a corto plazo, úlceras bucales, alergias, ritmo cardíaco irregular, garganta inflamada, necesidad aumentada de orinar, acné y depresión. Es preocupante que las toxinas producidas pueden tener un papel importante en enfermedades como la diabetes, artritis reumatoide, esclerosis múltiple y algunos tipos de cáncer.
“El único tratamiento confiable contra la alergia a la leche de vaca y la intolerancia a la lactosa es evitar su consumo y el de productos lácteos, incluyendo la leche, polvo lácteo, bebidas de leche, queso, mantequilla, margarina, yogur, crema y helado”.
Dr. Justine Butler
Todas las personas producimos de forma natural lactasa cuando somos bebés, sin la cual no podríamos beber leche materna. Sin embargo, todos los mamíferos y la mayoría de las personas —cerca de 70% de la población mundial— dejan de producirla al poco tiempo después del despecho o destete, alrededor de los dos años de edad. En el centro-norte de Europa, la intolerancia a la lactosa afecta entre un 2 y 20% de las personas, aumentando a un 40% en los países mediterráneos, principalmente a Italia entre un 56-70% en algunas regiones. Las tasas más altas se observan en África, donde perjudica entre un 65-75% de la población, y en Asia donde más de un 90% de la población es intolerante a la lactosa.
La denominada “persistencia de la lactasa” se origina de una mutación genética que ocurrió entre un número pequeño de tribus pastorales europeas y africanas en los últimos 5,000 a 10,000 años, lo que en términos evolutivos es historia muy reciente. Lo que ha provisto de una ventaja selectiva a poblaciones que consumen los productos lácteos, permitiéndoles vivir lo suficiente para tener descendencia. La esperanza de vida promedio era probablemente poco más de 25 años, pero esto significaba que la habilidad para digerir lactosa podía ser ser heredada a generaciones subsecuentes. Los descendientes de estas poblaciones son todavía capaces de digerir la leche de vaca sin sufrir de los síntomas de la intolerancia a la lactosa. No obstante, no significa que sea bueno para ellos.
El tratamiento contra la intolerancia de la lactosa es sencillo: evitarla. Lo que significa eliminar todo consumo de leche de vaca y otros alimentos de origen lácteo. Se debe revisar las etiquetas, ya que la lactosa suele ser añadida a muchos productos como el pan, los cereales, las cremas y los aderezos para ensalada, la mayonesa, las galletas, el chocolate, los pasteles, las papas fritas, las sopas instantáneas y algunas carnes procesadas como el jamón rebanado. La palabra “lactosa” no estará necesariamente enlistada en las etiquetas de alimentos, por lo que es importante buscar por similares como leche en polvo o liofilizada. La lactosa también se suele usar como relleno o excipiente en muchos medicamentos, y aunque a la mayoría de la gente con intolerancia a la lactosa no le ocurriría nada grave , sigue siendo posible que pueda causar problemas en algunas. Por ello es de suma importancia comprobarlo con el médico y solicitar pastillas libres de lactosa.
Este tipo de alergia es muy diferente a la intolerancia a la lactosa. Una reacción alérgica es cuando el sistema inmune del cuerpo inicia una respuesta desproporcionada ante las sustancias que erróneamente se perciben como una amenaza, por ejemplo, productos de látex, detergente, polvo, polen o ciertas proteínas de algunos alimentos pueden causar dichas reacciones. En la leche de vaca es la proteína de la caseína lo que genera la mayoría de los problemas, pero la proteína del suero de leche también puede provocar una reacción en algunas personas. Los síntomas generales incluyen inflamación, estornudo, flujo nasal, picazón en ojos, entre otros, dando origen a las clásicas alergias: asma, eczema, fiebre de heno y urticaria (erupción cutánea). Dado que la alergia a la leche de vaca está ligada con múltiples condiciones, incluyendo el asma y la eczema, es siempre de utilidad considerarla cuando se tratan dichas alergias.
El único tratamiento confiable contra la alergia a la leche de vaca y la intolerancia a la lactosa es evitar su consumo y el de productos lácteos, incluyendo la leche, polvo lácteo, bebidas de leche, queso, mantequilla, margarina, yogur, crema y helado. Al provenir de la leche, tampoco deben consumirse: caseína, caseinatos, caseína hidrolizada, leche descremada, polvo de leche descremada, sólidos de la leche, leche sin grasa y suero de la leche. Las personas que sufren de alergia a la leche de vaca se enfrentan a un problema similar a aquellos que evitan la lactosa, ya que los ingredientes derivados de la leche son difíciles de evitar al estar comúnmente empleados en la producción de muchos alimentos. Puede que se trate de una perspectiva desalentadora al tener que leer los ingredientes en las etiquetas, pero la mayoría de los supermercados ahora producen listas de productos “libres de”, e inclusive muchos tienen su propio rango de etiquetado.
Se trata de un mito el que las personas que consumen poco o nada de lácteos pierden calcio. Existen muchas fuentes libres de lácteos como los vegetales de hoja verde (excepto la espinaca), frutos secos, nueces y semillas, tofu enriquecido en calcio y leche de soya fortificada con calcio. Es importante recordar que 70% de la población mundial tampoco puede digerir los lácteos, por lo que no estás sólo. No importa si eres intolerante a la lactosa, alérgico a la proteína de la leche de vaca, o simplemente deseas eliminar los lácteos por motivos de salud, por los animales o el medio ambiente: nunca ha habido un mejor momento para volverse libre de lácteos.
Butler, J. (2019). What Is The Difference Between Lactose Intolerance And Dairy Allergy. Recuperado el día 25 de enero de 2020 de la página: https://www.plantbasednews.org/lifestyle/difference-lactose-intolerance-dairy-allergy