Este tipo de alergia es muy diferente a la intolerancia a la lactosa. Una reacción alérgica es cuando el sistema inmune del cuerpo inicia una respuesta desproporcionada ante las sustancias que erróneamente se perciben como una amenaza, por ejemplo, productos de látex, detergente, polvo, polen o ciertas proteínas de algunos alimentos pueden causar dichas reacciones. En la leche de vaca es la proteína llamada caseína lo que genera la mayoría de los problemas, pero la proteína del suero de leche también puede provocar una reacción en algunas personas. Los síntomas generales incluyen inflamación, estornudo, flujo nasal, picazón en ojos, entre otros, dando origen a las clásicas alergias: asma, eczema, fiebre de heno y urticaria (erupción cutánea). Dado que la alergia a la leche de vaca está ligada con múltiples condiciones, incluyendo el asma y la eczema, es siempre de utilidad considerarla cuando se tratan dichas alergias.
La alergia a la leche de vaca es una de las alergias alimenticias más comunes en niños, afecta entre 2 y 7.5% de los infantes menores de un año, aunque algunos dejan de presentarla a la edad de 5 años. Los síntomas incluyen una urticaria con comezón o inflamación, dolor estomacal, vómito, cólico, diarrea o constipación y flujo nasal. Los síntomas pueden aparecer casi inmediatamente o hasta 72 horas después de consumir la proteína de la leche de vaca. Esto la vuelve difícil de diagnosticar.
Un gran problema que afecta a los niños puede ser el sangrado gastrointestinal que resulta de esta alergia. La pérdida de sangre ocurre en pequeñas cantidades y puede pasar desapercibida, pero con el tiempo puede causar anemia por deficiencia de hierro. Los científicos han sugerido que la pérdida de sangre asociada con el consumo de leche durante la infancia puede afectar a 40% de la población infantil saludable. Se desconoce exactamente cómo la leche de vaca causa la pérdida de sangre en los intestinos, pero el consenso general es que probablemente sea una reacción inmune adversa. Sin embargo, debido a que es normal que los niños saludables pierdan algo de sangre, el sangrado inducido por la leche de vaca es clínicamente silencioso y no muestra otros síntomas. Situación que dificulta estimar con exactitud cuántos infantes son alérgicos a la leche de vaca, pudiendo superar el 7.5% antes mencionado.
No es adecuado dar leche de vaca a los infantes, puesto que no contiene nada de hierro, pero sí, potentes inhibidores, lo cual reduce la habilidad del organismo para absorber el hierro de otras fuentes de alimento en la dieta. La alta cantidad de proteína, sodio, potasio, fósforo y contenido de cloruro de la leche de vaca genera lo que comúnmente se denomina “una alta carga de soluto renal”. Los solutos no absorbidos de la dieta deben ser excretados por los riñones y esto puede ocasionar presión en los riñones inmaduros, forzándolos a extraer agua del cuerpo, lo que a su vez incrementa el riesgo de deshidratación. Es por esto que la mayoría de los organismos dedicados a la salud establecen que la leche de vaca no debe de ser administrada a niños menores de 12 meses de edad.
Aunque muchas de las alergias alimenticias empiezan en la infancia, es posible desarrollarlas en la etapa adulta también. La alergia a la leche de vaca en adultos es relativamente rara, pero los síntomas tienden a ser mucho más severos que en los niños cuando ocurren: las reacciones pueden darse con cantidades tan bajas como 0.3 miligramos de proteína de leche de vaca. El tipo más severo de reacción alérgica (choque anafiláctico) puede involucrar la dificultad en la respiración, un descenso en la presión sanguínea, un paro cardíaco y finalmente la muerte. En ocasiones, la alergia a la leche de vaca puede causar síntomas severos que surgen súbitamente, como la inflamación en la boca o en la garganta, estornudos, tos y dificultad para respirar. En tales casos, debe buscarse de inmediato la ayuda médica .
El único tratamiento confiable contra la alergia a la leche de vaca y la intolerancia a la lactosa es evitar su consumo y el de productos lácteos, incluyendo el polvo lácteo, bebidas de leche, queso, mantequilla, margarina, yogur, crema y helado. Al provenir de la leche, tampoco deben consumirse: caseína, caseinatos, caseína hidrolizada, leche descremada, polvo de leche descremada, sólidos de la leche, leche sin grasa y suero de la leche. Las personas que sufren de alergia a la leche de vaca se enfrentan a un problema similar a aquellos que evitan la lactosa, ya que los ingredientes derivados de la leche son difíciles de eludir al estar comúnmente empleados en la producción de muchos alimentos. Puede que se trate de una perspectiva desalentadora al tener que leer los ingredientes en las etiquetas, pero la mayoría de los supermercados ahora producen listas de productos “libres de”; e inclusive muchos tienen su propio rango de etiquetado.
Se trata de un mito que las personas que evitan los lácteos pierden calcio. Existen muchas fuentes libres de lácteos que son ricas en calcio, por ejemplo, los vegetales de hoja verde (a excepción de la espinaca), los frutos secos, nueces y semillas, el tofu enriquecido en calcio, y la leche de soya fortificada con calcio. Es importante recordar lo siguiente: cerca del 70% de la población mundial no es apta para consumir lácteos, por lo que no estás solo.
Butler, J. (2019). What Is The Difference Between Lactose Intolerance And Dairy Allergy. Recuperado el día 25 de enero de 2020 de la página: https://www.plantbasednews.org/lifestyle/difference-lactose-intolerance-dairy-allergy