Los ecosistemas se destruyen debido a la pérdida de la biodiversidad en su territorio, es decir, debido a la pérdida de la variedad de especies animales y vegetales dentro de una zona en particular. Y tal situación es consecuencia directa de la presencia de ganado (animales de consumo), en grandes extensiones de tierra dentro del ecosistema. Además de la presencia de los animales, la biodiversidad también se pierde como producto de la creciente demanda de cultivos para el forraje (alimento para el ganado), que promueve la siembra de un solo tipo de cultivo, también conocido como monocultivos, en lugar de una rotación tradicional de alimentos. Otro factor que promueve la pérdida de la biodiversidad, es el aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente si se observa el aumento en la temperatura global.
En términos del uso del suelo, refiriéndose a las actividades humanas que se realizan en una zona, la industria ganadera es responsable de la degradación aproximada de un 20% de los pastizales a nivel mundial, debido al sobre pastoreo, la compactación y la erosión de la tierra1. Es por eso que los ecosistemas se están destruyendo, pues se convierten en espacios de uso exclusivo para la ganadería.
Dentro de las consecuencias ambientales de dañar el suelo , se observan alteraciones al ciclo natural del agua, donde la renovación natural de los recursos hídricos superficiales y subterráneos por igual ya no es posible. Otras problemáticas ambientales se observan en la biodiversidad marina, puesto que la ganadería es la primera fuente de contaminación de fósforo y nitrógeno en el Mar del Sur de China, la cual afecta negativamente a la vida marina1. Si se considera un incremento de la población a nivel mundial, se debe considerar un aumento en la demanda de necesidades básicas como vivienda, energía, y alimento, posiblemente, de origen animal. Para poder satisfacer tales necesidades, es necesario incrementar la producción y mejorar la eficiencia en la industria ganadera. Lo cual implicaría emplear más tierras (invadir más ecosistemas), pero es importante observar que las actividades ganaderas ya utilizan alrededor del 70% de la tierra destinada para la agricultura2 y alrededor de un 30% de la superficie terrestre mundial3. Consecuentemente, el aumento de la actividad ganadera requiere la destrucción de bosques, humedales y pastizales para su conversión en tierras agrícolas para el pastoreo y cultivo de forraje.
Si bien existen estrategias para contrarrestar, en cierta medida, la sobre ocupación de tierras por el ganado, una de las mejores estrategias desde el lado del consumidor es eliminar/reducir la ingesta de alimentos de origen animal y sustituirlos por una alimentación basada en plantas.