La Dra. Cicely Williams fue la responsable de este famoso descubrimiento, y se pasó el resto de su vida refutando su propia teoría. En la actualidad no existe evidencia concluyente que una deficiencia dietética de proteína sea la causante de la enfermedad de kwashiorkor3. La preocupación continúo por muchas décadas, ya que en los años 50’s, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) identificó a la deficiencia de proteína como un problema global serio y muy extendido. Según la ONU, existía una brecha mundial de proteína ha cubrir, argumento que la industria de los lácteos en los Estados Unidos aprovechó rápidamente para deshacerse de su sobreproducción de leche en polvo tras la guerra en los países en desarrollo, evitándose así una gran pérdida económica.
Aunque es cierto que la ciencia terminó ganando6, también hubo un recálculo masivo de los requerimientos de proteína que cerró la brecha de proteína de un plumazo, y destruyó la teoría de la malnutrición pandémica por falta de proteína. Los requerimientos de proteína en bebés cambiaron de un 13% de las calorías diarias a un 10%, luego un 7%, y finalmente un 5%. Sin embargo, sigue habiendo personas obsesionadas con la proteína7. Por ejemplo, quienes promueven las dietas paleolíticas intentan justificar la necesidad de más proteína desde una perspectiva evolutiva8. De ser así, entonces, ¿cuál es el alimento adecuado para los humanos, perfeccionado a lo largo de millones de años, con la cantidad perfecta de proteína para nosotros?9 La leche materna.
Si la proteína de alta calidad fuese el nutriente de nutrientes que ayudó al crecimiento de nuestro cerebro estos últimos millones de años, tendría sentido que esa importancia se viese reflejada claramente en la composición de la leche materna humana, especialmente porque la infancia es la etapa de la vida en el que crecemos más rápido. Sin embargo, no es el caso. La leche materna humana es una de las leches con menos proteína del mundo mamífero. En efecto, podría tener la menor concentración de proteína de todos los animales del mundo, con menos de un 1% de proteína en peso10. Es una de las razones por las que dar leche de vaca directamente a un bebé puede ser tan peligroso11. Aunque el contenido de proteína de la leche humana se haya descrito como extremadamente bajo, es exactamente como tiene que ser; es el nivel natural de la especie humana, perfeccionado después de millones de años.
Por otro lado, los adultos no necesitan más de 0.8 o 0.9 gramos de proteína por kilo de peso corporal sano al día12. Es más probable que alguien sufra de exceso de proteína que de deficiencia13. Los efectos negativos asociados a un exceso de proteína o una ingesta demasiado alta de carne a largo plazo podrían incluir problemas en los huesos y el equilibrio de calcio, problemas en la función renal, mayor riesgo de cáncer, problemas en el hígado, y un empeoramiento de la enfermedad coronaria. Al considerar todos estos riesgos potenciales, no existe en este momento ninguna razón científica para recomendar un consumo de proteína por encima de la cantidad diaria recomendada.
Los bajos niveles de proteína de la leche humana (sobre un 6% de las calorías) no significan que los adultos necesiten esa cantidad. Un bebé de casi 7 kg puede tomar unas 500 calorías al día, pero un adulto unas 10 veces más pesado no va a consumir 10 veces más comida (5000 calorías). Aunque pesamos 10 veces más, solo comemos unas 4 o 5 veces más. Así que nuestra comida sí necesita tener una mayor concentración de proteínas. Sin embargo, solemos consumir más de lo que necesitamos, aún en una alimentación basada en plantas, siempre que se ingieran las calorías necesarias se estarán cubriendo los requisitos de proteína.
Greger, M. (2019). Cambiar los requerimientos de proteínas. Recuperado el día 5 de agosto de 2019 de la página: https://nutritionfacts.org/es/2019/04/11/cambiar-los-requerimientos-de-proteinas/