En días pasados, una investigación con drones exhibió a las enormes granjas industriales que contaminan la península de Yucatán. Las imágenes muestran una red de drenaje que arroja millones de galones de desechos no tratados a los estanques aledaños a las granjas. Instalaciones como estas pueden producir más aguas residuales que una ciudad pequeña, y estos desechos pueden contaminar el aire y los suministros de agua locales, y poner en peligro a las personas que viven en los alrededores1. Otros datos señalan que la industria provoca diversos daños en el medioambiente, como la pérdida de la biodiversidad, ya que el 45% de las granjas están ubicadas sobre selva seca y el 31% del territorio que ocupa esta actividad fue deforestada, lo que implica que se haya arrasado con más de un diez mil hectáreas y 20 de las 200 especies de planta endémica estén en peligro2. La construcción de carreteras para el transporte de los productos cárnicos, también suman al daño ambiental que se produce en la zona.
“Encontramos que las granjas porcícolas invaden zonas protegidas, contaminan el agua utilizada por las comunidades y también de los cenotes, causan deforestación y violentan derechos ya que no se consultó antes de su instalación”.
– Viridiana Lázaro
El comisariado municipal de la hacienda Kanachen, en el municipio de Maxcanú, William Abraham Paul Cajúm argumenta que “hay nuevas enfermedades que no se daban acá. Diarreas, vómitos. Esta es una comunidad cerrada, no sabemos de dónde pudo venir”. Sin embargo, a menos de un kilómetro de la comunidad, con tan solo 400 habitantes, está ubicada la granja Gary 7, por lo que para Paul Cajúm el origen de estos males puede estar en la contaminación del agua. No en vano, las heces y los orines de los cerdos tienen un alto contenido de nitratos, nitritos y amonio. Un equipo formado por integrantes de Greenpeace e investigadores de la Universidad Autónoma de Yucatán realizaron una investigación en cinco pozos y un cenote cercanos a cinco granjas porcícolas, su informe advierte que “todas las muestras exceden los límites recomendados de amonio, nitritos y nitratos para garantizar la salud de las personas en México” según la legislación vigente2.
“Lo que pasa es que sueltan los excrementos y llegan hasta aquí a San Fernando. Nos está afectando el olor y no sabemos qué ocurrirá en el futuro, si puede traer enfermedades”, dice Rosa María Canul, vecina de la comunidad de San Fernando, también en Maxcanú. Hace un año que se instaló una granja a menos de un kilómetro de la zona en la que reside desde hace casi 30 años. Se muestra molesta por el tráfico, por los olores y por una cuestión clave: nadie les preguntó si querían una granja porcina cerca de su municipio.
Las comunidades en Yucatán, entre ellas los ciudadanos organizados de Homún y de San Antonio Chel, están luchando contra estas enormes granjas industriales por la contaminación del agua y del aire que han ocasionado. Si bien se argumenta que la producción de carne es de importancia económica para la región, otras actividades que generan ingresos para los pobladores de la península de Yucatán, como la producción de frutas y verduras, la producción de miel3 y el ecoturismo enfocado en la visita a cenotes, se ven gravemente afectados por la contaminación del agua por residuos de las granjas porcícolas.