Una vez que los animales son sacrificados para el procesamiento de la carne, las bacterias resistentes a antibióticos -principalmente del intestino- pueden contaminar a otros animales, los productos cárnicos y al medio ambiente (suelo, agua y estiércol), los cuales a su vez contaminan frutas y vegetales en el proceso de fertilización e irrigación1. La Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos autoriza el uso responsable de antibióticos en animales, es decir, en casos de enfermedad: control y prevención en grupos de riesgo1. Sin embargo, estos lineamientos de la FDA son ambiguos, lo cual propicia un uso indistinto de los antibióticos en las granjas para prevenir enfermedades aunque los animales ni siquiera muestren síntomas y signos de infección alguna.
Una de las afectaciones más graves a la salud pública humana es la propagación de bacterias resistentes a antibióticos como la Salmonella y Campylobacter, dos de las bacterias más comunes de propagación a través de los alimentos. Ambas bacterias han ocasionado que más de 400,000 estadounidenses se enfermaran al año de acuerdo con el reporte de amenazas del CDC de 20132. En términos de infecciones totales por bacterias resistentes a antibióticos, se estima que fallecen al menos 23,000 estadounidenses cada año2.
Otra problemática global es la remanencia de antibióticos en los tejidos animales que derivan en el consumo humano y que representan una amenaza a la salud pública, ya que algunos han sido reportados como tóxicos y cancerígenos3. Idealmente, todo producto derivado de animal debería estar libre de concentraciones residuales de medicamentos administrados. La dieta, la edad, y el estado de salud del animal, junto con la absorción, distribución, metabolismo, y excreción del medicamento son factores de riesgo responsables de la permanencia de residuos. Idealmente, existen protocolos que obligan a los granjeros al correcto suministro de dosis de antibióticos, y al retiro de los mismos previo al sacrificio del animal y envío al mercado como medidas para evitar concentraciones ilegales de residuos de fármacos en los productos animales3. Sin embargo, existe evidencia de constantes registros de niveles detectables de residuos identificados por métodos analíticos modernos.
La salud del ser humano está relacionada totalmente con el ambiente en el que vive, incluyendo las plantas, animales, microorganismos, otros seres humanos y la calidad de los alimentos que consume. Debido al crecimiento poblacional, igualmente ha incrementado la demanda de alimentos (principalmente proteína de origen animal) que tiene que ser satisfecha mejorando la productividad agrícola e industrial. Lo anterior ha implicado volver más eficiente la producción de derivados animales mediante el uso masivo de antibióticos, que a su vez ha propiciado la propagación de bacterias resistentes y las problemáticas de salud antes discutidas.
Entre las posibles estrategias que ayudarían a reducir considerablemente la problemática de los antibióticos en productos animales se encuentran: a) campañas de sensibilización para informar a granjeros y a la población en general sobre el uso imprudente de antibióticos y la resistencia de bacterias; b) incremento de servicios veterinarios mediante fomento gubernamental y/o sector privado; c) recrudecer sanciones y mejorar la farmacovigilancia de autoridades de salud pública para evitar el uso indiscriminado de antibióticos por parte de granjeros e industria.